LA SOLEDAD
(DAVIDA-RED) HUMANIZANDO LA VIDA
Los momentos sublimes que fueron momentos de una cúspide de la conciencia, fueron momentos de plenitud y soledad; fueron momentos de compañía y solidez interior. Fueron momentos en los que la sensación tenue y permanente de vacío que nos habita, cambia por una sensación de alegría y plenitud, de estar no en el mundo, sino de ser el mundo; esos momentos los podemos conseguir cuando realmente sabemos estar con nosotros.
Miremos nuestras relaciones para poder analizar nuestra soledad. Miremos el vacío de nuestras relaciones, nos quejamos del vacío de nuestras relaciones, de que no nos quieren; de ingratitud, de injusticia en la relación. Pero ese vacío en las relaciones no es más que nuestro propio vacío; no es sino reflejo de nosotros. Todas las relaciones que no son periféricas, todas las relaciones que salen desde el centro; todas las relaciones que nacen desde mi edad del sol; desde mi soledad, son relaciones sólidas. Son relaciones que se prolongan en el espacio y el tiempo independientemente de la proximidad o de la distancia.
Cuando me relaciono con alguien no desde mi dependencia, sino desde mi soledad interior, desde mi corazón, desde mi alma, yo no necesito que esté ahí para quererlo, ni para sentir que me quiere; se podría ir y cuando vuelva es como si hubiera estado siempre ahí. Cuando logro eso, no temo que la gente se vaya, porque la gente desde el lenguaje del alma siempre se queda.
Cuando una relación es genuina, la gente nunca se va, se va solo físicamente. La conciencia nunca se va; cuando alguien se va no nos deja vacíos, nos deja plenos de su presencia, que es conciencia pura; entonces no se genera dependencia.
Si el sentido de mi vida es poder mirarle, entonces el sentido de mi vida es tan superficial, que mi vida no tiene sentido. El sentido de mi vida es poder dejarte en mi corazón, es poder vivir contigo aunque no estés aquí. Es poder abrazarte cuando llegues, pero es poder sentir tu calor cuando te vas. Ese es el sentido de la vida y ese sentido es aportado por la soledad. Porque cuando Uds. están con Uds. mismos, nunca van a estar solos aunque el universo estuviera totalmente vacío. Ese es el sendero del místico.
El sendero del místico es el de la belleza interior; la belleza interior es la perpetua compañía; es lo que nos permite conmovernos o movernos desde el interior y no desde afuera, porque tienen un corazón sensible que viene de su propia solidez interior que es la del alma; ahí se puede conquistar la genuina relación.
Para tener una sólida compañía hay que partir de la soledad. Si no sabemos estar solos, nunca vamos a saber estar acompañados; y todas nuestras relaciones van a estar llenas de condiciones, de apegos, de vacíos, de sufrimientos. La dependencia produce apego o el apego produce dependencia; ambas son la raíz del sufrimiento.
Yo no sufro porque me dejaste o porque volviste, sino por el apego a lo uno o a lo otro. Es el temor de que te vas o es el apego para que no te vayas, quizás el afán de retenerte; ambas cosas llevan al sufrimiento.
El sufrimiento es un revelador de nuestra ausencia de compañía interior y de nuestra falta de entrenamiento en el sendero de la soledad. Lo peor que a uno le puede pasar es morirse. La muerte psicológica es quedarse solo; entonces nos preguntamos: Que tanto significa eso?. Frecuentemente ese es el mejor regalo que nos puede dar la vida. Entre mis pacientes hay un grupo extraordinario de personas que fueron muy poco felices mientras estuvieron casadas, se les murió el esposo y recién empezaron a vivir porque eso no era un matrimonio; dependían del esposo, eran dominadas y sostenidas por él; le criaban los hijos al esposo y los tenían para él; eran en cierta forma un animalito para permitir la reproducción de la especie; pero no eran mujeres, ni eran mamás, ni eran esposas, ni eran seres humanos en ese sentido de la palabra que es asumir la responsabilidad de la propia vida. Resulta que ocurrió la catástrofe, pues no sabían trabajar y recibieron un poco de cosas y no sabían que hacer con ellas; empezaron luego a trabajar, a hacer cosas, y empezó su vida a tener sentido, que fue educar a sus hijos.
Entonces nos preguntamos: Será una catástrofe quedarse solo, sin dinero, sin afectos y sin aquellas cosas que considerábamos indispensables para vivir ? O realmente cuando la vida nos regala la soledad, la renuncia, la deprivación afectiva, no nos estará dando una genuina oportunidad para que por primera vez seamos nosotros lo que realmente somos ?. Para que despertemos lo mejor de nuestro potencial y de nuestros recursos?
El dolor y la soledad son los despertadores espirituales más grandes que existen.
Mientras tengamos todo ese ruido exterior de la falsa compañía o de la falsa búsqueda, de relaciones que son falsas, realmente nosotros no podemos crecer. Simplemente creemos que estamos cojos y buscamos muletas y seguimos buscándolas toda la vida y andamos cojeando de la conciencia, toda la vida. Así que debemos aceptar nuestra soledad y aceptar el potencial que se esconde detrás de la soledad.
Vamos a descubrir la trampa de la huida: Cuando trabajamos innecesariamente más de la cuenta; cuando no trabajamos para servir; cuando somos adictos al trabajo, al sexo o a la religión; a veces nosotros llenamos nuestros vacíos de oraciones. Si lleno mi vacío de una oración genuina del corazón seguramente no tendría que decir mil padre nuestros, con uno solo sería suficiente. Pero llenamos nuestro vacío de comida, de oraciones, de dinero, de trabajo, de actividad, de movimiento externo, y cuando estamos buscando eso, es porque estamos vacíos de nosotros; ese es un momento para buscar la soledad.
Pero también podemos llenar la soledad de soledades, no se trata de eso tampoco; no se trata de que tenga que sacar tres meses para llenar mi vacío con más soledades. No son soledades en plural, la soledad es singular; hay una soledad que no depende del contexto exterior y es la soledad del corazón. En esa soledad del corazón yo siempre estoy conmigo, así real y genuinamente puedo estar también contigo.
Si no estoy conmigo, jamás aunque lo pretenda puedo estar genuinamente contigo; te puedo hacer el amor, puedo compartir contigo mi dinero, pero no estoy contigo, por más íntima que sea la relación; será una relación que me va a generar más vacío. Todas las relaciones generan un profundo vacío sino parten de un común denominador, eso es que antes me debo relacionarme conmigo mismo, antes estoy conmigo. Cuando estoy conmigo, ya ninguna relación puede llegar al vacío porque es una relación que se construye desde adentro.
No podemos construir ninguna relación genuina sino tenemos momentos de soledad, de descubrimiento interior, de contacto íntimo con nuestra esencia. La soledad es estar con nosotros mismos, cuando estamos con nosotros nunca estamos solos. No temamos a la soledad porque son momentos de descubrimiento y confrontación interior que enriquecen nuestra vida.